En nuestro país, el papel de los Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos ha sido decisivo para la modernización y el progreso de la sociedad. Especialmente en las últimas décadas, su participación –a través de la industria de la construcción– se ha convertido en un auténtico motor para el desarrollo, el crecimiento y la creación de empleo al impulsar la formación, la tecnología, la capacidad financiera y la creación de un modelo eficaz y de calidad en proyectos de gran envergadura.
Las infraestructuras son fundamento de la competitividad, mejora de la economía y del bienestar de los ciudadanos. El Colegio de Ingenieros de Caminos considera que el desarrollo de las infraestructuras sigue siendo indispensable para el progreso del país. Crean riqueza y empleo, vertebran y cohesionan el territorio, mejoran las comunicaciones, ahorran tiempo y coste en los desplazamientos, elevando la seguridad y calidad de vida de los ciudadanos al generar un efecto positivo y duradero sobre la base de un modelo competitivo de la economía.
En los años de bonanza, a los que a veces se alude como un tiempo de excesos, la inversión en obra pública registró un excelente aprovechamiento de los Fonos Europeos, con un nivel de costes inferiores a los de los países de nuestro entorno En esos años, el esfuerzo inversor no ha sido superior al de otros países europeos y, además, teniendo en cuenta los retrasos que sufría España con respecto a la media europea, la extensión geográfica, la orografía y la baja densidad de población, la cifra de inversión resulta escasa como se demuestra en el déficit de infraestructuras y equipamientos existentes hoy en día. Los años de inversión han propiciado un salto notable para la competitividad de nuestra economía, sin que a las infraestructuras y al sector de la construcción se pueda imputar el déficit, la crisis fiscal o la deuda. Estas inversiones nos han situado en un marco de oportunidad similar a los países más desarrollados, que no solo siguen invirtiendo, sino que destinan importantes partidas presupuestarias a la conservación y modernización del patrimonio existente, indispensables para mantener y mejorar la competitividad.
No es cierto, por tanto, que todo está hecho. Por el contrario, debemos consensuar que es necesario evitar que se profundice aún más la desaparición de las capacidades técnicas, humanas y organizativas de la industria de la obra pública, analizando, eso sí, con mucho más rigor, la rentabilidad económica y social de las inversiones de las administraciones públicas para evitar que se repitan los errores, mínimos en relación al monto total invertido, que han dado pie a un cierto descrédito de la ingente y excelente labor realizada en estos años en el conjunto de la obra pública.
Presidente del Colegio de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos
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